29.6.14

Rudeboy


Hay una exposición que merece una visita, por su contenido y por el lugar donde está instalada, pero que no es muy difundida, y por eso la quiero recomendar aquí, para quienes vayan a  pasar por Londres luego. 





Durante 2013 y 2014, un fotógrafo de moda y un director de cine quisieron capturar el regreso de una subcultura que nació en la década de los 50 en Kinsgton, Jamaica, llegó a Inglaterra una década después y ahora está siendo muy bien representada por rudeboys y rudegirls en los barrios más taquilleros de Londres.





The Return of the Rudeboy reúne fotos, música ad hoc (¡exquisita la música!) y hasta una peluquería de hombres mientras dure la muestra, en Somerset House, un palacio del siglo XIX, a orillas del Thames, en medio de muchas otras exposiciones, cafés, restoranes y terrazas.











Hay rudegirls,





rudeboys












y accesorios que todos ellos usan.























Quien esté en Londres hasta el 25 de agosto no se la puede perder. La entrada es gratuita y el lugar, tan rico como la exposición. 




No saqué más fotos del lugar, pero les aseguró que es un espacio riquísimo para estar. ¡Imaginar que la gente vivió ahí!






26.6.14

Di que sí



Una tarde en Bath, salimos a caminar. 








En una parte de la ciudad, nos separamos. 








Cuando llegamos a Bath, desde lo más bajo yo había visto unos cerros con casas majestuosas. ¿Se podría llegar? No aparecía en mi mapa. 

Pero estando sola, me encontré en una calle que, por orientación, podría llevarme a esas casas. Quizás lograría ver Bath desde lo alto. 

Subí bastante, caminando por George Street. 

Subí y subí...

En un momento me pareció que ya había ganado suficiente altura y busqué algún parque o espacio para poder ver más que las fachadas de tres pisos. Las casas en George Street y más arriba, tenían la vista que yo quería ver. Pero, a mí, me la tapaban.


 ¿Y este caminito?





Había llegado.









Vi todo lo habíamos visto y más. Vi the Abbey, las casas del Royal Crescent, la estación de trenes, el río Avon, todos los techos, parques, muchas mariposas (nueve corriendo juntas... Nueve), pajaritos. 

Me quede un buen rato mirando y absorbiendo, para ojalá siempre retener eso que vi. 



















Bajé por el sendero señalizado y me encontré con un canal. Hasta antes de la llegada del tren, Bath era un importante centro de transporte fluvial. Actualmente en este canal hay un sistema de compuertas, casas-bote y casas-espejo. 








































Él la invitó a salir y ella dijo que sí :)

24.6.14

Nuestra pequeñez



Nunca abarcaremos ni la milésima parte de lo que queremos ver, de la historia y las historias que quisiéramos conocer. 








(Por segunda vez en el viaje, a un gato le gusta mirar lo mismo que a mí). 






Hay tanto que no sabemos, tanto que no hemos leído, tantas épocas pasadas que imaginar y estudiar y lo voy confirmando con cada centímetro que sumamos a nuestro recorrido. 

Conocer lugares nuevos despierta el apetito por más. 














En Edimburgo, me tuve que moderar en las compras en la tienda de música, me refugié de la lluvia en uno de los closes más lindos, pensé estudiar museología después de visitar (dos veces) el National Museum of Scotland, pregunté por posibilidades de international shipping en la tienda de libros Golden Hare, respiré profundo varias veces en la cima de Calton Hill y casi lloré en la National Library of Scotland, porque ahí no me corresponde hacer mi vida diaria. 

En Edimburgo encontré un Harry Potter traducido al latín y conocí una antigua máquina de los 50' para hacer milkshakes, que funciona y cuya dueña sonríe hasta la espalda de orgullo por ser su dueña y por hacerla funcionar frente a los clientes de su milk bar. 








Estoy fijándome mucho cómo los escoceses e ingleses logran despertar el interés del público en su historia. En su música. En sus tradiciones. En la lectura. 

Todo eso lo quiero compartir a la vuelta con quienes les interese. O quizás acá, cuando tenga más tiempo. 



Oxford, luego, se convirtió en una ciudad más del viaje en que encantada, viviría. 







En Oxford, a cada rato me dieron ganas de sentarme, detenerme, pensar y escribir sobre lo que veía, lo que iba pensando, lo que iba pasando. 

Que, más menos, ha sido la tónica durante todo el viaje.





En Oxford me cansé un rato de sacar fotos ;)


Quise escribir del Evensong, unas oraciones cantadas por un coro de niños y adultos en una capilla de la Church of England, en un antiguo college llamado New College. 

Saliendo del Evensong, quise escribir sobre la obispo Katherine que dirigió la oración. Y antes de eso quise escribir del picnic que habíamos hecho en el almuerzo. 

También hubiera escrito de la sacerdotisa que vi al día siguiente andando en bici. 

O de cómo se siente triunfar contra España estando en Europa :)


O de los techos que se ven desde la torre de St Mary's Church. 





De la Bodleian Library escribiría más que encantada. ¡Qué joyita! Y qué mejor exposición temporal que la que nos tocó.





El problema no debe ser mío solo. 

En varias ciudades de Inglaterra, a varias personas debe pasarles lo mismo. 

No puedes sentarte en un banco, si te das cuenta que unos metros más allá empieza un pasaje casi secreto, un jardín privado, las puertas de un old college al cual no puedes entrar, un close, una vitrina. 

Quieres parar para escribir y describir, pero pasado ese pasaje, ese old college o esa vitrina, viene una terraza, un par de patos o ardillas, un árbol centenario en el que feliz te quedarías la tarde entera, un globo aerostático, un pedazo de cielo. 






La vida en Oxford pareció más orgánica, a escala humana. Las distancias cortas, los servicios disponibles, los supermercados (!!!), el provecho de los espacios públicos, las actividades en comunidad, el buen gusto, la música. 


Bajamos el ritmo cuando, caminando de vuelta del Pitt Rivers Museum, notamos a un par de señoras, canosas, en nuestra misma vereda. Discutían qué flor era esa que veían crecer en el jardín de una casa. La tocaban (un poco, no más), la giraban, se miraban intrigadas. 

¿Podíamos perdernos semejante conversación? No. ¿Nos pusimos de acuerdo para ralentizar el paso? Por supuesto que no. 





Estamos obsesionadas con el perfume, variedad y abundancia de las flores inglesas. 

Por supuesto que no nos íbamos a perdernos ese análisis florals... :)


Mañana cumplo un mes de viaje. No creo que cuando vuelva a puerto pueda transmitir a cabalidad la belleza que he presenciado, y esa imposibilidad me aflige. 






O quizás con mi buena suerte y un loto ganador pueda traer a todos quienes quiero y mostrarles in situ lo que ha sido Londres, Cambridge, York, el Lake District, The Hebrides, Edimburgo, Oxford, Bath :)






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